#5

De: Alessandro Triacca <triakka@hotmail.com>

Enviado: domingo, 1 de agosto de 2021 08:21 p. m.

Para: Juan Sáenz de Tejada Urruzola <elamorensancha@gmail.com>

Asunto: Re: Primer escrito


Juglar:

I

Anoche (hace unos minutos) me soñé en una reunión familiar. Supongo que estábamos en México (país de ensueño y pesadillas) porque ahí figuraban mi madre, mi hermano, y varios tíos y primos. También había algunos muertos (mi padre, mi abuela) y, curiosamente, en un extremo de un sofá, junto a dos de mis tías más ancianas, estabas tú. El ambiente de la reunión era jovial, con ráfagas de dimes y diretes. Desde la distancia, tú y yo nos mirábamos de reojo, sonreíamos en complicidad, pero también mirábamos cada tanto el reloj. Compartíamos algún pendiente, debíamos partir pronto, si bien al mismo tiempo no queríamos interrumpir la humareda, ni la conversación (indescifrable), ni las risas (auténticas carcajadas), y yo en lo personal estaba gozando de mis muertos: los observaba y les agradecía en silencio que se hubiesen paseado por aquí (es que siempre sueño muertos a mis muertos, por eso valoro con especial asombro cada una de sus visitas: su eco en mí). 


II

No, yo aún no me he situado. Hasta hace poco tenía una certeza que me servía de caparazón. Me creía monarca absoluto, casi tirano, sobre mi persona. Ahora pareciera que todas mis certezas se están haciendo humo (o polvo, o agua, o cualquier otra sustancia inasible). Lo resumiría así: de niño me dediqué a seguir las reglas; de adolescente, quise rebelarme contra ellas, destruirlas; ahora, en cambio, entiendo que las reglas no existen, que no somos diferentes del humo, del polvo, del agua: carecemos de raíz y postura porque nuestra sustancia es inasible. Habitamos la nada, el sinsentido absoluto, y esa única certeza se abre estos días como un hoyo al centro de mi cotidiano, incluso a plena luz del día, como ayer, por ejemplo, cuando el boquete se abrió mientras yo veía a Elena meter sus piecitos en el agua del lago Stromovka y de pronto me sentí tan lejos de ella, de ellas, porque a través de ese agujero negro nada tiene sentido, nada pasa (ni siquiera la luz; ni siquiera el amor de padre), y me supe entonces cada vez más lejos de todo y todos. Hombres, piedras, mujeres, niños, patos, árboles.

El jardín del Edén no tiene entrada, solo salida.


III

Todo, claro, es relativo a quien posa la mirada. Dices que no estás seguro de que tus sueños en México eran tuyos. A mí, curiosamente, lo que más me atrajo de ti en México era la solidez de tus sueños, la forma tan contundente en que te pertenecían.


IV

Existen dos tipos de artistas: los que nacen y los que encuentran. Los primeros no pueden, ni queriendo, perder su mirada artística (es parte de ellos, nacieron con ella). Ésa es su virtud y su condena. Los segundos, en cambio, deben luchar constantemente para no perder esa mirada (la buscaron y encontraron a lo largo de su vida, pero nunca está garantizada). Ésa es su virtud y su condena. Por lo demás, no hay diferencia. Ambos son artistas, porque la mirada artística es única (total e infinita), sin importar su procedencia. Pienso que yo pertenezco al segundo grupo y tú al primero. ¿Estás de acuerdo?

Previous
Previous

Next
Next