#7

De: Alessandro Triacca <triakka@hotmail.com>

Enviado: domingo, 15 de agosto de 2021 07:33 a. m.

Para: Juan Sáenz de Tejada Urruzola <elamorensancha@gmail.com>

Asunto: Re: Primer escrito


Querido Urruzola:  

 

No sé si tú lo notas, pero a veces percibo que en esta conversación yo me impregno (porque me deslumbro) de tu forma de escribir. Pero ya dijimos que yo no soy un ángel, y por eso quiero depurar mi voz de tu influencia angelical. Quiero recuperar mi voz antigua, voz de mi verdad de ancla.

Pero supongamos que tú sí eres un ángel que quiere aterrizar y convertirse en hombre, es decir, imaginemos que eres un poeta que quiere dejar los versos para dedicarse a escribir novelas. Incluso en ese caso creo que cualquier lector atento notaría siempre los muñones en tu espalda, porque ni siquiera cortándote las alas podrías ocultar tu condición alada. ¿Qué opción te quedaría, entonces, ángel terco que quiere mancharse los pies de barro? Supongo que tendrías dos alternativas: o que aceptes tu condición de ángel (de poeta) y te dediques entonces en cuerpo y alas a surcar los cielos y escribir versos magníficos que ya nadie aquí en la tierra podrá leer (porque la gente de barro [de barrio], desafortunadamente, ya no sabemos leer poesía); o que aceptes tu condición de poeta (de ángel) y escribas novelas sobre ángeles que vuelan en picada para suicidarse (novela de acción), o de ángeles que se disfrazan de humanos y trabajan, digamos, en un McDonalds (comedia), o de ángeles que viven atrapados en un cuerpo de hombre (tragedia). En fin, el abanico de oportunidades sería amplísimo. Lo único que te estaría vetado entonces sería escribir como hombre de carne y hueso y hablar de lo más mundano, es decir, de lo más humano, novelas donde abunde la mierda y la orina, con atisbos de gusanos y putrefacción, de pelos púbicos pegados al lavabo, de anos expandiéndose y contrayéndose al compás acelerado de una música trap (aquí quise despegarme de un tirón las alas del velcro que las une a mi espalda, ¿viste?). ¿A dónde voy con todo esto? No tengo idea. Supongo que lo que quería decirte es que pienso que tú, Urruzola, eres uno de esos pocos ángeles que quedan en el mundo, y que también por eso eres un hombre excepcional, y que en esa afortunada contradicción radica la potencia de tu escritura, la hermosura de tu escritura, el peso alado de tu escritura, y que tu última carta es de lo mejor que he leído en mucho tiempo y me dejó francamente conmovido. 

Creo, Juglar, que estoy empezando a abrazar (abrasar) ese agujero negro que te describí en mi última carta, aceptando el sinsentido del todo como el único sentido de la existencia, la contradicción como la única evidencia del desplazamiento. Estoy lejos de Dios y de mi patria pero ya no siento una orfandad al respecto, más bien encuentro ahí una sublime liberación de hormiga (sí, estoy leyendo a Ciorán), y quizás por eso mismo he tenido días maravillosos esta última semana, días de verano acompañando a Elena al parque y al centro comercial, subiéndonos al tranvía nomás por las ganas de subirnos al tranvía, sin destino ni pretexto en mente, asumiendo que en verdad nada tiene sentido y nada es lo que parece, y que entonces el ángel (yo) y el humano (tú) no son más que las dos caras de una misma peseta o lira o cualquier otra moneda que ha perdido su valor, es decir, de una moneda que ya ha sido liberada de su condición de espejo y vuelve a ser lo que siempre ha sido: un pedazo de metal redondo con el cual uno puede hacer lo que quiera, desde rascarse el culo hasta jugar rayuela o espantar a las palomas, y en este estado vital tan contradictorio a veces me creo capaz de escribir lo que se me hinchen los huevos, justo porque satanás es también, a fin de cuentas, un ángel que se quemó las alas.  

Bien dices, hermano mío, que ser artista es transitar entre el cielo y la tierra sin inmolarse. Yo ya no sé si soy hombre o ángel pero al menos conservo la convicción gastada de querer ser artista, a toda costa, incluso a pesar de quizás no serlo.  

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